Cuidar a los que cuidan
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30 de mayo de 2023
Un artículo de la presidenta de CSIF Valladolid, M.ª José San Román Sotillo
Que conste que como en casa no se está en ningún sitio, se tenga la edad que se tenga, pero el tiempo pasa y el aumento de la esperanza de vida lleva aparejada, en muchos casos, un deterioro paulatino de nuestro estado físico y mental.
Lo ideal es que permanezcamos en lo que ha sido nuestro hogar durante muchos años el mayor tiempo posible, siendo autónomos o con ayuda.
Sin embargo, frecuentemente, la necesidad de cuidados y las patologías que padecemos nos encaminan a una residencia de personas mayores.
En 1960 el porcentaje de personas en España con más de 65 años sobre el total de la población era del 8,2%, mientras que en el año 2020 alcanzó el 22,9% de la población y las últimas previsiones del INE indican que, en 2050, el 31,4% de la población en España tendrá más de 65 años y el 11,6% tendrá más de 80 años.
En Valladolid, por poner un ejemplo, contamos con las residencias públicas Cardenal Marcelo inaugurada en 1975, con la Residencia Asistida de Personas Mayores 'La Rubia' RASVA que data de 1980 y la más actual de Parquesol, que comenzó a funcionar en 1992, o la del centro asistencial Doctor Villacián (1995), además de otras de menor tamaño en algunos pueblos de la provincia.
Las instituciones públicas no han invertido en nuevos centros, cuando la demanda es cada vez más alta, lo que ha dejado esta parcela en manos privadas, que ven ante todo, un suculento negocio.
Cualquier familia que haya tenido que buscar una residencia para ese ser querido que lo necesita habrá comprobado que las residencias públicas tienen listas de espera interminables y las privadas, que quieren asemejarse a un hotel, cobran cantidades disparatadas que duplican y triplican las pensiones medias de nuestros mayores
No nos engañemos, las residencias de personas mayores, son un negocio para algunos y la ruina para la mayoría de las familias.
Hay excelentes profesionales tanto en residencias privadas como públicas, pero siempre adolecen estos centros de falta de personal para la cantidad de tareas y necesidades de nuestras personas mayores. En los centros privados, porque quieren maximizar los beneficios, en los públicos, porque no lo consideran prioritario.
Cualquiera que haya visitado uno de estos centros, verá con qué cariño se trata a los residentes, porque los trabajadores y sobre todo trabajadoras, que son mayoría, saben que son personas vulnerables, que muchos no quieren estar allí pero no les queda otro remedio, por sus circunstancias psicofísicas, pero son personas y tienen su dignidad.
Los trabajadores de los centros de mayores tienen vocación, pero la vocación, el cariño y el empeño que vuelcan todos los días en su trabajo no suple la falta de personal que existe en estos centros.
Ya es hora de valorar el importante papel que estos profesionales tienen en una sociedad cada vez más envejecida y más necesitada de sus cuidados. Hay que evitar la sobrecarga a estos profesionales para que nos puedan cuidar.
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