CSIF. Ganadoras del Concurso de Microrrelatos: “Por la Igualdad y Contra la Violencia Machista 2024″
- Igualdad
22 de azaroa de 2024
Con motivo de la conmemoración del Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra las Mujeres, 25 de noviembre de 2024, CSIF ha convocado un concurso de Microrrelatos: “Por la Igualdad y contra la violencia machista 2024”, con la finalidad de sensibilizar respecto a la igualdad entre mujeres y hombres y la importancia de la erradicación de la violencia de género.
Desde CSIF agradecemos la participación a las más de 400 personas que se han animado a participar y ponemos en valor la calidad de los microrrelatos recibidos.
Remarcamos la importancia de educar en Igualdad, así como de formar y concienciar a toda la sociedad sobre la lacra de la violencia machista.
El jurado, teniendo en cuenta la utilidad del microrrelato para la sensibilización en favor de la igualdad entre mujeres y hombres, así como la prevención y erradicación de la violencia de género, ha decidido que los microrrelatos ganadores sean:
- Primer premio: “Musgo, tomillo y romero”. Autora: María Amparo Pérez Ballester
- Segundo premio: “El agua y el beso”. Autora: Belén Torres García
- Tercer premio: “Lo que ellos no ven”. Autora: Laura García Portellano
Desde CSIF seguimos trabajando por erradicar la violencia de género. Recordamos que nuestras sedes de toda España están habilitadas como “Punto violeta contra la violencia machista” y además contamos con el trabajo de los delegados y delegadas sindicales en cada centro de trabajo. Detener la violencia machista, eliminar de la vida cotidiana expresiones y actitudes que atentan contra la mujer por el hecho de serlo y acabar con los roles que perpetúan la discriminación y la cosificación de las mujeres en todos los ámbitos, es cosa de todos y de todas.
Primer premio: “Musgo, tomillo y romero”. Autora: María Amparo Pérez Ballester
La amaba. Eso decía.
Y con el primer trueno a ella se le borró la peonía que le crecía soberbia entre las pestañas y sus sueños.
Sera cosa del otoño, le susurraron cerquita.
Y dejó de beber lluvia porque él se lo pedía.
Te sigo amando, decía.
Con solo eso ella se tragó, aderezados con cúrcuma, la rabia, el llanto, la desolación y el miedo.
Me sigue amando, le reprochó al viento.
Y cuando el aire se tornó en una nueva tormenta, de los párpados se le borraron las hojas de las caléndulas.
Entornó los ojos… ¡Qué no me cieguen las luces que vienen de los desiertos!
Y dejó de arar la erra… ¡Qué él ha aborrecido sus huertas!
Te sigo amando, decía.
Y ella se arañó su sombra, salitre y sangre en el suelo, y pensó que solo sería cosa de ese malparido invierno.
En su vigilia de luna se oyeron aullar los lobos que corrían monte abajo camino del pueblo viejo.
Y una chiquilla que llora.
Y un golpe que cae del cielo y taladra unas entrañas con mil puñales de hielo.
Y el eco desde la roca que dice, grita y maldice que él… la sigue queriendo.
Es la vida, tras el llanto, la que se enhebra en silencios.
Y en la penumbra del bosque, una luciérnaga brilla para que ella se deslice por las grietas del musgo, para embadurnarla toda de brezo, romero y tomillo.
¡Corre! – susurra un abeto.
Al alba se redescubre lamiéndose el alma entera, cicatrizándose toda y escapando de aquel fuego.
Y hoy es ella, luz primigenia, quien puede gritarle al cielo:
¡Te dejo porque me quiero!
Segundo premio: “El agua y el beso”. Autora: Belén Torres García
Mamá, quiero un cuento antes de dormir. Y que no se te olvide el beso. Mamá, y el vaso de agua también. Mamá, no apagues la luz del pasillo que me dan miedo los monstruos. Mamá, mañana tengo que llevar acuarelas al cole para hacer un trabajo del sistema solar . Mamá ,el viernes vamos de excursión y tengo que llevar una mochila pequeña y una gorra. Mamá, ¿dónde está mi gorra roja? Mamá, creo que Mateo me va a invitar a su cumple así que podemos ir juntos a comprarle el regalo. Mamá, que no se te olvide el beso. Mamá, la hermana se ha medo en mi cama y no me deja en paz. Mamá, si se duerme en mi cama luego la pasas a su cama, que me da patadas. Mamá, ¿qué me vas a echar para el desayuno del cole?, que no sea fruta, es que siempre fruta no, mamá. Y, ¿sabes qué? la seño me ha dicho que quiere hablar contigo porque las madres tienen que hacer el disfraz de Halloween.
Buenas noches papá.
Buenas noches mamá. El agua y el beso, que no se te olvide.
Tercer premio: “Lo que ellos no ven”. Autora: Laura García Portellano
Era tarde y la noche acechaba. Violeta solo pensaba que faltaban apenas 10 minutos para llegar a casa, dentro de nada estaría al fin sentada en su sofá, viendo la tele con una reconfortante sopa caliente.
Acompañada por esos pensamientos, llegó al parque, pero cuando atravesó su puerta, notó como el ambiente cambiaba drásticamente. La atmósfera se tornó más densa y húmeda, la escasa luz que había en el ambiente desapareció, y los múltiples caminos se oscurecieron, dejando visibles solo las ambiguas y deformadas sombras que dibujaban las altas farolas.
Violeta tenía miedo, había cruzado miles de veces el parque, pero nunca de noche. “Es solo un parque, seguro que todavía hay gente paseando”, se dijo para tranquilizarse ante el súbito y paranormal cambio. Mientras caminaba, mirando al suelo para no dejar volar su imaginación, tenía la sensación de que la observaban, pero no, no era solo una sensación, cuando levantó la vista del suelo vio los afilados brillos que se asomaban entre los árboles, que cada vez parecían más encorvados y vacíos de vida.
Violeta corría, sin mirar a todos esos ojos que la miraban de arriba abajo, desde todas y hacia todas las direcciones, pero cada vez las sentía más cerca, y temía no poder alcanzar la salida a tiempo.
“¡Al fin, la salida!”, pensó mientras las lágrimas caían por su fría mejilla. Violeta corrió desesperadamente hasta que, por fin, al pasar el umbral del parque, todo volvió a la normalidad.
Sin entender nada, y exhausta, una pareja se paró y preguntó “¿Te encuentras bien?”. Violeta le contó todo de manera intensa y acelerada, siendo consciente de que no la creerían. Él la miraba incómodo, pero la chica que le acompañaba le dio un abrazo y le dijo al oído: “Ellos no lo ven”.